RUTA AROU – CAMARIÑAS
MIERCOLES 29 MAYO
En esta etapa transitaremos por el corazón del Camiño dos Faros y de la Costa da Morte, un tramo de litoral donde se concentran un mayor número de naufragios a nivel mundial. Recorreremos esta ruta de de naturaleza, de paisajes y de vida, pero sin olvidarnos de toda la historia de muerte que encierran estas aguas y que tiene su punto más significativo en el Cementerio de los Ingleses tras pasar la asombrosa Praia de Trece. Como testigo de todo, el imponente Faro Vilán se eleva sobre las rocas para dar luz a todo este camino que nos lleva hasta Camariñas.
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Estamos en el corazón de la Costa da Morte, un tramo de litoral donde se concentran un mayor número de naufragios a nivel mundial. O Camiño dos Faros es una ruta de naturaleza, de paisajes y de vida…pero también de historia y muerte. En esta etapa es cuando vamos a recorrer la costa que fue el origen de este macabro nombre. El alto volumen de tráfico marítimo, la gran cantidad de salientes de rocas y los imponentes temporales del invierno han provocado en esta costa entre Camelle y Vilán muchas tragedias.
Según el profesor Pepe Baña: «Esta parte noroeste de la península es punto de recalada, lugar obligado de llegada y cambio de rumbo de todos los barcos que van o vienen del norte, por lo que, un pequeño error en el cálculo, una imprudente maniobra, un descuido o un fallo mecánico imprevisto (de motor, hélice, timón…) que coincida con los frecuentes temporales y cerrazones de niebla, producen el naufragio.»
La historia es la siguiente. A finales del siglo XIX se producen en un corto espacio de tiempo varios naufragios de barcos de la marina inglesa en la zona comprendida entre Arou y Vilán, con un gran número de victimas: el Wolfstrong (1870, Negra, 28 muertos), el Iris Hull (1883, Punta Boi, 37 muertos), el Serpent (1890, Punta Boi, 172 muertos), el Trinacria (1893, Baixos de Lucín, 31 Muertos) y el City of Agra (1897, Baixo Canesudo, 29 muertos). Ante tanto horror, periodistas locales y los marinos ingleses empiezan a usar el nombre de «coast of death», popularizado en 1908 por la escritora Annette Meakin, amiga de la Reina Victoria. A partir de entonces, por influencia de la prensa inglesa y madrileña, se le empezó a llamar Costa da Morte. Estos hechos también coinciden con una presión de las autoridades británicas para una mejora en la señalización, lo que provoca la inauguración del Faro Vilán en 1896.
Lo que está claro es que, una vez naufragado el barco, el pillaje era general. Algo muy normal teniendo en cuenta las necesidades en aquellas épocas de estas gentes del fin de la tierra. Pero lo que no es justa es esa leyenda infundada de raqueros que ponían luces en los cuernos de las vacas para simular luces y hacer naufragar los barcos que surcaban estas costas. Es infundada porque no se tienen datos fiables que lo corroboren y no es justa porque empaña la otra historia, la de las gentes de mar que, después de ver naufragar un barco desconocido, lo dieron todo para poder salvar el mayor número de vidas posibles.
Como ya os dijimos, Arou nos parece un lugar mágico y muy trasno, allí encajonado entre grandes peñascos y rodeado siempre de un mar enfurecido. Nos gusta salir de la playa de Arou muy tempranito por el pequeño paseo de madera hacia la Praia de Lobeiras. Un poco después de pasar el núcleo de casas de Arou, O Camiño dos Faros se desvía a la derecha para continuar por una senda costera por la Enseada de Xan Ferreiro.
Allí, en los bajos de Xan Ferreiro, debido a la espesa niebla existente y a una avería en el timón, embarrancaba el 10 de octubre de 1927 el vapor frances Nil, mandado por el capitán Mr. Huarsch. Los daños producidos en el casco eran irreparables y el mar se encargó de despedazarlo poquito a poco. Todos sus 19 tripulantes se pusieron a salvo y los ricos comerciantes que formaban su pasaje fueron atendidos en Camelle. Sería otro barco más de una extensa historia si no fuese porque el Nil llevaba una carga muy valiosa: coches, maquinaria, telas, sedas de Damasco, productos farmacéuticos, animales, champán francés… un supermercado flotante en aquellos años de penurias.
El tramo por esta Enseada de Xan Ferreiro finaliza en el mirador, desde el que tenemos una vista privilegiada de todo Arou desde Punta Percebeira. La Praia de Lobeiras está situada en un entorno salvaje tanto por tierra como por mar. Una pequeña playa, varias lanchas y unas casetas que sirven de abrigo a los sufridos pescadores. A la derecha, vemos a Insua y enfrente, mar adentro, A Negra. Rocas y entrantes que han sido testigo mudo de muchos naufragios en estas costas de Arou.
Como cuando una mañana de noviembre de 1870 los vecinos de Arou se levantaron sobresaltados: había un barco destrozado en la Praia de Lobeiras. Al llegar allí, lo que vieron era terrible: los cadáveres yacían en la arena y no había signos de vida por ningún lado. 28 tripulantes fallecidos en el Wolfstrong y muy poca información de este naufragio que no hizo otra cosa que acrecentar el misterio de esta Costa da Morte.
Años más tarde, en 1897, naufragaba muy cerca de Lobeiras el City of Agra, que había partido de Liverpool con destino a Calcuta. Era un barco moderno, capitaneado por William Frame, con 71 tripulantes abordo (ingleses e indios) y dos pasajeros, uno de ellos Mr. Albert Jamrach, importante contratista de fieras que iba a la India en busca de algunos ejemplares que llevarse a Londres. A 35 millas de A Coruña perdieron el rumbo y, en medio del temporal, a medianoche del 3 de Febrero de 1897, fueron a caer en los Baixos Canesudos cerca de Lobeiras.
El choque fue terrible y el barco se partió en dos. El pánico se apoderó de la tripulación, dificultando el salvamento. Algunos se asieron a uno de los palos que se desplomó sobre el resto. En uno de los botes embarcaron los dos pasajeros, una camarera y varios oficiales pero era imposible, grandes olas destrozaron la embarcación y cada uno tuvo que apañárselas como pudo. Con la ayuda de las gentes de Camelle y Arou, que no dudaron en jugarse la vida, pudieron salvarse 32 personas, que fueron colmados de atenciones y, posteriormente, conducidos para Coruña. Pero la tragedia ya se había consumado: 29 vidas que habían encontrado su final en esta costa que no perdona errores. En agradecimiento por el arrojo mostrado, la Corona Inglesa otorgó diversas condecoraciones y medallas ‘for gallantry and humanity’ a los que participaron en el salvamento. La campana del barco fue regalada a la iglesia del Espíritu Santo de Camelle.
Desde Lobeiras vamos a comenzar esta travesía hasta el Porto de Santa Mariña en otro tramo único de este Camiño dos Faros. Grandes restingas que se adentran en el mar, miles de piedras que se agrupan formando rincones únicos y pequeños coídos espectaculares. Un mar de rocas que nos encontramos en cada paso, cada una con su nombre: O Pelouro, Os Boliños, Os Portiños, Pedra do Sal… Es un tramo de dos kilómetros, algo complicado por las rocas y el toxo, pero que merece la pena disfrutar con cuidado y sin ninguna prisa por acabarlo. Párate y disfrútalo…
O Camiño dos Faros llega al Porto de Santa Mariña, donde hacemos una parada de agrupamiento mientras pensamos en lo duro que es este trabajo en el mar y, sobre todo, en este mar. A pesar de esta dureza, la economía de las familias se tiene que basar en algo y en esta zona de la Costa da Morte, aislada completamente durante siglos del resto del mundo, la pesca ha sido en muchos casos la única salida posible. Como complemento, era costumbre después de grandes temporales, recorrer la costa recogiendo lo que había arrojado el mar.
La Duna de Monte Branco, con sus 150 metros de altura, es una de las dunas rampantes más altas de Europa. El fuerte viento fue elevando la arena a través del monte hasta incluso sobrepasarlo, creando un entorno único. Estamos en el punto más sensible medioambientalmente de todo O Camiño dos Faros y atravesamos el lateral de la duna por la Punta de Veo, sendero que usaron desde siempre los pescadores de Santa Mariña para ir a Trece.
De todas formas, tenemos que extremar el cuidado. Obligatorio ir en fila de a uno, sin salirse fuera de ese sendero de arena y sin pisar los tapices vegetales que han llevado años formarse. Por el camino nos encontramos con varias matas de caramiñas (corema album), que da nombre a Camariñas. En la antigüedad presente en toda la costa gallega. hoy se encuentra en peligro de extinción. Es una planta que se adapta perfectamente a estas condiciones extremas dando, a finales del verano, un fruto blanco que parece una perla.
Al llegar a la Punta de Veo estamos en el ecuador del Camiño dos Faros. La vista panorámica de la Playa do Trece y la Punta Boi con el Cementerio de los Ingleses, nos quedará para siempre grabada en la retina. Un paisaje completamente virgen, lejos del mundanal ruído y con el sonido del mar golpeando sin cesar en este Mar de Trece. Como trabajará el viento en estos parajes para subir la arena de la playa y, ayudados por la fijación que ofrecen estos peñascos, crear una duna de semejantes dimensiones.
Llegar a la Praia de Trece un día de invierno, con sol y el mar trabajando duro, es una de las mejores experiencias que te puede ofrecer esta Costa da Morte. De gran belleza, el azote contínuo del Atlántico le da un aspecto desértico, con un gran cordon dunar y especies de flora protegida. Tenéis que estar atentos a las señales y no os salgáis del camino. Atravesamos toda la playa que está formada de pequeñas calas divididas por restingas de rocas que se adentran en el mar. Una combinación de mar, viento, arena y rocas que crea por doquier hermosos rincones donde pararse y fotografiar. La Praia do Trece, un espacio de litoral salvaje que hay que disfrutar y preservar.
Aquí, a la izquierda de la Praia do Trece, en Cabo Tosto, en la restinga conocida como Punta Boi tuvieron lugar tres naufragios a finales del siglo XIX que marcaron para siempre la historia y el nombre de la Costa da Morte: el Iris Hull (1883), el Serpent (1890) y el Trinacria (1893).
El Iris Hull era un barco vapor inglés de 1433 Tm que había salido de Cardiff con destino a la India vía Gibraltar, tripulado por 38 hombres. A las cuatro de la madrugada del día 5 de noviembre de 1883, en medio de un fuerte temporal del noroeste, choca con los llamados Baixos de Antón, en Punta Boi, destrozando el buque. La lucha entre la vida y la muerte no había hecho más que comenzar, prolongándose durante todo un angustioso día. Las críticas de la prensa de la época no pararon ante la situación de aislamiento que sufría la comarca. Los cuerpos fueron enterrados en las proximidades de Punta Boi, una punta asesina donde siete años después iba a producirse el naufragio que más repercusión tuvo en la época.
El buque Serpent era un barco de la corona británica, con una eslora de 75 metros y una dotación de 175 hombres, había zarpado del puerto de Plymouth el 8 de noviembre de 1890 con un fuerte temporal del SW, capitaneado por el experimentado Harry L. Ross. Iba acompañado por el cañonero Lapwing y se dirigía a Sierra Leona vía Madeira. A las 11 de la noche del 10 de noviembre se va contra las rocas de Punta Boi. Encajado entre las rocas, logra mantenerse en la superficie durante algo más de una hora, lanzando varios cabos que se rompían contra las rocas. Intentan arriar los botes pero las olas los estrellan contra las rocas. Todos los intentos para abandonar el barco son infructuosos y vuelven a producirse las escenas de pánico en medio de la noche.
El duro mar se llevó para siempre a los tripulantes del Serpent. Sólo tres se pudieron salvar la vida milagrosamente, siendo escupidos por el mar hacia la Playa de Trece. Dos de ellos deambularon monte arriba hasta que, a la mañana siguiente, fueron avistados por un labrador en Pescadoira. En los días posteriores, el mar fue depositando los cuerpos sin vida de los otros 172 tripulantes del Serpent, la mayoría muy jóvenes. Los vecinos de Xaviña y Camariñas ayudaron a darles sepultura consagrando el lugar donde ya estaba enterrados los del Irish Hull con un pequeño cementerio, hoy llamado Cementerio de los Ingleses.
Era la madrugada del 6 al 7 de febrero de 1893 y arreciaba el temporal en la costa de Vilán. El barco inglés Trinacria había salido de Glasgow con destino a Gibraltar, Génova y Livorno, con un cargamento de hierro, ladrillo, carbón y cera. En el viajaban 33 tripulantes y 4 pasajeros, entre ellos una niña de 15 años. Cuando estaban a punto de hacer la recalada en Vilán, su capitán Mr. Muny no se debió dar cuenta de que se estaban acercando peligrosamente a tierra. A las seis de la mañana del día 7 se estrellaba contra los bajos de Lucín. Las escenas de pánico se vuelven a suceder en esta Costa da Morte y otro barco es víctima de esta Punta Boi que no perdona. A siete de sus tripulantes, no se sabe como, devolvió milagrosamente el Mar de Trece a la playa, viendo impasibles al amanecer como nada quedaba ya del Trinacria.
Poco a poco, el mar fue escupiendo cadáveres, que fueron enterrados en la cercanías. Pasados unos días, aparecía entre las rocas una masa ingente de maderas, cuerdas, cera, ropas y cadáveres. A pesar de los esfuerzos por intentar identificarlos, era imposible y no quedó más remedio que rociarlo todo con gasolina y quemarlo. Desde aquel día, este lugar muy cerca de Punta Boi se conoce como «A furna dos difuntos queimados».
Este accidente ya fue la gota que colmó el vaso. Habían pasado tres años desde lo del Serpent y se habían producido en un corto espacio de tiempo varias catástrofes en un mismo punto. Los marinos ingleses ya le llamaban a este tramo del litoral la Costa da Morte y las autoridades inglesas presionaron a las españolas. Faro Vilán se inaugura en 1896, siendo el primer faro eléctrico que orientó a los marineros en esta complicadísima Costa da Morte.
Praias de Reira es la zona comprendida entre Punta Boi y el Monte A Pedrosa, que está formada por cuatro arenales: Reira, Area Longa, Balea y Pedrosa. Son playas de arena fina, ventosas y de fuerte oleaje, con el encanto especial de un entorno prácticamente virgen.
Tan pronto bajamos nos encontramos con la Pedra dos Namorados. Es difícil escaparse a la tentación de fotografiarla con el Cabo Vilán de fondo. Atravesamos la Praia de Reira para llegar a Punta Forcados, donde se encuentra A Pedra do Oso. Continuamos por la Praia de Area Longa que podemos recorrer por el sendero o, dependiendo de como esté el día y la marea, descalzarnos para sentir el mar y las frías aguas del lugar. La combinación de olas y viento también es utilizada por la gente conocedora de la zona para la práctica de windsurf o kitesurf. Aunque aquí el mar siempre es peligroso y no debemos dejarlo de tener en cuenta.
Por fin estamos ante la majestuosa figura de Faro Vilán, que se adentra en el mar sobre un promontorio rocoso de 100 metros de altura en el que, sin duda, es un punto clave de este Camiño dos Faros. El entorno es impresionante. Enfrente a él, el peñasco de Vilán de Fora, separado de la tierra por el paso O Bufardo, donde el mar lo llena todo de espuma blanca. El viento, presente casi todos los días, esculpe las rocas de los alrededores formando figuras de las más variadas formas. Es el habitat perfecto de las aves marinas, alguna en grave peligro de extinción como la gaviota tridáctila o el arao común, que tiene en estos peñascos las últimas parejas. Además de ellos, cormoranes, mascatos, pardelas, charráns o álcidos encuentran en Vilán su casa.
En Cabo Vilán había un faro de vapor funcionando desde 1854, el Faro Vello, situado en una torre octogonal sobre una pequeña elevación, del que hoy se pueden ver sus restos. Este faro, al no estar situado en la parte más alta, no era capaz de salvar la roca del cabo y dejaba zonas a ciegas. Se intentó solucionar volando con dinamita algunas zonas pero fue imposible. En 1885 se aprobó la construcción de un faro de primer orden y, los desastres del Serpent en 1890 y del Tinacria en 1893 obligaron a acelerar su puesta en funcionamiento. El 15 de enero de 1896, seis años despues de la tragedia del Serpent, se inaugura en su ubicación actual el primer faro eléctrico de España, suponiendo una notable mejoría para la navegación.
El edificio que servía de vivienda para los fareros y sus familias está separado de la torre por un túnel cerrado de escaleras. En la actualidad podemos visitar el museo, donde veremos antiguas ópticas y otros elementos de la historia del faro, un centro de interpretación de los naufragios, la sala de exposiciones y la cafetería.
Salimos hacia Camariñas visitando el antiguo faro para después bajar por un camino de toxos y bordear por el lado del mar el perímetro de la piscifactoría. Allí, al nivel del mar de Punta Esperillo, podemos contemplar desde otra perspectiva las verdaderas dimensiones del Faro Vilán. Desde la piscifactoría comienza una senda costera de 7 kilómetros que nos acercará hasta el puerto de Camariñas en 2 horas. Durante el cómodo trayecto podemos disfrutar de unas vistas privilegiadas de toda la ría.
La Ermita da Virxe do Monte fue construida en el XVIII en el alto del Monte Farelo, sobre las ruinas de una anterior. Sencilla y de una sóla nave, destaca por los contrafuertes que tiene en el lado norte. Desde este solitario y precioso paraje de Monte Farelo no sólo estamos ante otra espectacular vista de la Costa da Morte, sino también que vemos las próximas etapas de este Camiño dos Faros. Hacia la izquierda podemos contemplar toda la ría de Camariñas hasta la Punta da Barca, que desde aquí vemos perfectamente su silueta de novia del viento. Detrás, los montes Cachelmo y Punta Buitra, que también recorreremos.
Continuamos por la costa que nos lleva por la Praia de Lago y Portocelo camino de Camariñas. Ya en tiempos medievales, los piratas normandos eran asíduos a nuestras rías. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII esta zona de la Costa da Morte estaba sometida a continuas incursiones navales de piratas y corsarios, por lo que las autoridades idearon un plan, fortificando toda la costa con castillos. El Castelo do Soberano se construye en 1740, durante el reinado de Carlos III, formando una batería curva que defendía toda la entrada de la ría y que tenía diecisiete troneras. Todo ello defendido por un recinto amurallado con un baluarte, dos medios baluartes y un foso en medio. En el interior, una nave almacen que servía también de vivienda y polvorín. Esta batería se complementaba con la construida en Muxía en 1801, haciendo muy difícil cualquier incursión en la Ría.
Al final, desde el mirador, contemplamos ya todo el Puerto de Camariñas, uno de los más importantes de la Costa da Morte y el eje principal sobre el que gira toda la vida del pueblo.
En todo este municipio se palilla. Si hay una estampa típica de Camariñas son el grupo de palilleiras que, con mucha paciencia, van tejiendo esos preciosos encajes de bolillos que son exportados a todos los lugares del mundo. La característica principal del encaje de bolillos de Camariñas es que es realizado a mano entrelazando hilos sobre una almohada siguiendo un dibujo previamente realizado en cartón o picado.
En la Praza do Curbeiro finalizamos esta etapa del Camiño dos Faros que salió de Arou y que ha sido un cúmulo de sensaciones.
Plan de Ruta
Km Etapa | Punto | Altura (m) | Km Total |
0,0 | Playa de Arou | 8 | 59,6 |
0,5 | Fuente de Arou | 13 | 60,1 |
0,9 | Ensenada de Xan Ferreiro | 9 | 60,5 |
1,6 | Mirador de Lobeiras | 29 | 61,2 |
1,8 | Playa de Lobeiras | 6 | 61,4 |
3,8 | Puerto de Santa Mariña | 7 | 63,4 |
5,3 | Penal de Veo | 30 | 64,9 |
5,8 | Playa de Trece | 7 | 65,4 |
8,0 | Cementerio dos Ingleses | 10 | 67,6 |
8,2 | Punta Boi | 9 | 67,8 |
8,5 | Ensenada de Lucín | 10 | 68,1 |
10,8 | Playa de Reira | 6 | 70,4 |
11,0 | Piedra del Oso | 11 | 70,6 |
11,2 | Playa de Area Longa | 14 | 70,8 |
11,5 | Playa da Balea | 10 | 71,1 |
11,8 | Playa da Pedrosa | 21 | 71,4 |
12,5 | Monte de Pedrosa | 71 | 72,1 |
14,9 | Faro Vilán | 68 | 74,5 |
15,6 | Punta Esperillo | 12 | 75,2 |
16,4 | Fuente Bieita | 6 | 76,0 |
17,5 | A Coenda | 14 | 77,1 |
19,0 | Monte Farelo | 61 | 78,6 |
19,0 | Ermita de la Virgen del Monte | 61 | 78,6 |
19,8 | Playa de Lago | 6 | 79,4 |
20,9 | Castillo del Soberano | 22 | 80,5 |
22,0 | Puerto de Camariñas | 4 | 81,6 |
22,7 | Plaza del Curbeiro | 4 | 82,3 |